Uno de los placeres del crucero es convivir 24 horas al día con nuestros pequeños. Pero para que este placer no derive en desconsuelo, hay que prever y desactivar posibles detonantes de problemas.
Es complicado generalizar el resultado de un cóctel en el que entran todo tipo de padres, hijos, eventuales parejas no parentales y también barcos. Asumida esta limitación, trataremos de acotar el terreno de juego.