Reducir a la mitad las dos o tres horas diarias que muchos veleros han de pasar cada día con su motor en marcha para recargar las baterías es el tentador premio que proponen los modernos reguladores de tensión.
El aumento del confort a bordo (electrónica, nevera, hélice de proa, potabilizadora, ordenador, TV, etc.) ha creado una dependencia creciente en el consumo eléctrico. Mantener cargadas las baterías se ha convertido en una pesadilla cotidiana del armador de cualquier velero, hasta el punto que conectar el cargador 220 v. es la razón de que muchos deban recalar en puerto cada noche.