Guerra política y partidista en los proyectos de futuro del puerto de Palma

Mar Abierto Vista del puerto de Palma desde la posición de la catedral. En prime

(6/jun/24) El Govern balear presidido por PP y VOX se enfrenta de pleno con el gobierno central del PSOE y Sumar en la definición del proyecto de futuro del puerto de Palma. El PSOE, representado por Iago Negueruela del PS de les Illes Balears, ha utilizado a Puertos del Estado (entidad vinculada al gobierno central) para frenar la aprobación del plan de reordenación y el proyecto de cambio de usos del Puerto de Palma.

Este plan preveía centrar el tráfico regular de ferris y cruceros en el dique Oeste, destinando los actuales muelles Comerciales (zona este) al mantenimiento y refit.
La Autoridad Portuaria de Baleares (APB) es supuestamente un ente autónomo, pero Puertos de Estado controla votos suficientes en la APB como para modular sus decisiones.
Javier Sanz, presidente de la APB, diseñó un proyecto que trasladaba el refit de yates al Muelle de San Carlos y el Dique del Oeste, liberando más de 6 Ha. del Moll Vell (frente a la catedral) para uso ciudadano.
Esta plan preveía un dique exterior para el atraque de petroleros, el ensanche hacia mar del Dique del Oeste -que aumentaría su superficie en casi 11 Ha.- y la creación de nuevas marinas en el Moll Vell.
Este traslado de las empresas de reparación y mantenimiento al dique del Oeste descongestionaría el tráfico de mercancías y de pasajeros, mejorando la interacción puerto-ciudad.
Iago Negueruela, portavoz socialista en el Parlament balear y ex conseller de Industria, defiende por su parte que las empresas de mantenimiento y refit se mantengan en el Moll Vell y su plan también mantiene el flujo de cruceros a la capital balear, al tiempo que frena la ampliación de los espacios de refit y la eventual creación de nuevos amarres de yates de gran eslora.

Los políticos habrían de callar y escuchar
El devenir del puerto de Palma, como el de cualquier otro gran puerto, ha sido, es y será cambiante a lo largo de los años, las décadas y los siglos. Estos cambios de usos no son decisiones arbitrarias de los políticos de turno, sino consecuencia de los cambios sociales.
La misión de los políticos no es liderar estos cambios de forma visionaria, sino adaptar la realidad del puerto a la realidad social que deciden los ciudadanos.
El puerto de Palma requiere unas facilidades de tráfico de mercancías y combustibles adaptada a sus crecientes necesidades de abastecimiento. Si el tráfico de mercancías falla, toda Mallorca se colapsa.
El tráfico de grandes cruceros, que ha experimentado en Palma un fuerte aumento en los últimos años, parece que no ha conseguido una aprobación consensuada. Los empresarios turísticos le ven todas las gracias, pero numerosas asociaciones de ciudadanos se quejan de que este flujo de turistas provoca más inconvenientes que mejoras en el día a día de convivencia urbana. Al tiempo, los comerciantes y restauradores palmesanos tampoco han mostrado un fervor mayoritario en estos grupos de turistas de limitado poder adquisitivo.
La náutica deportiva es el sector más contribuyente a las arcas del puerto de Palma. En paralelo, su industria de mantenimiento y refit ofrece empleo especializado (= bien remunerado) y desestacionalizado a miles de personas. Lamentablemente, la náutica deportiva parece aglutinar en nuestro país todas las culpas de contaminación marina y reparto de bienes. De algunos discursos políticos casi se desprende que, si no hubiera yates, el mar estaría prístino y las rentas salariales perfectamente equilibradas.
Dejar el futuro del puerto de Palma en manos de los políticos me parece un despropósito. Palma tiene suficientes profesionales cualificados en los ámbitos deportivo, de logística o turístico para tomar buenas decisiones de futuro al margen de los caprichos de los políticos de turno.
La APB presidida por Javier Sanz tiene miembros en su consejo de administración que conocen la realidad social del puerto, la ciudad y la isla. Ojalá les dejen tomar la mejor decisión al margen de las disputas políticas personales y partidistas.

Por: Enric Roselló