Super Maramu

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Un espejo donde se miran los buenos veleros de crucero

Pocos astilleros hay tan fieles y representan tan bien un estilo de navegación como Amel. Desde sus inicios a mediados del siglo pasado, este astillero siempre ha ofrecido a sus clientes unos veleros sólidos y marineros, pensados y equipados para hacer segura y confortable cualquier navegación. El Maramu, luego Super Maramu y finalmente Super Maramu 2000 fue su modelo fetiche desde 1978 hasta 2006.

El astillero Amel construye desde hace décadas una gama de veleros pensados para la navegación de altura sin limitaciones. En su catálogo de los años 60 encontramos algunos modelos que –construidos en nuestro país bajo licencia- sentaron las bases de la náutica española, como el Mistral (Super Mistral) o el Alisio. Otros, como el Kirk, era en los años 70 uno de los pocos veleros dignos de los navegantes de altura y el Super Maramu que aquí rememoramos es como una leyenda en el astillero de Preigny (La Rochelle, Francia), aguantando durante tres décadas en el catálogo de la marca.
La historia de Amel empezó en 1949 con el Mistral (5,20 m.), un velero del que se construyeron más de 70 unidades (una cifra considerable en su momento) y que, remodelado como Super Mistral (7,06 m.) a mediados de los 50 se llegaron a construir más de 400 unidades más hasta 1973. Los legendarios Alisio (9,40 m.) y Pampero (5,74 m.) o el Euros 41 fueron puntales de este astillero en la década de los sesenta, sumando entre los dos casi medio millar de unidades en el agua, pero quizás el barco que marcó el rumbo de Amel fue el Kirk (11,02 m.), presentado al público en 1971 como sustituto del Euros 39 (1966-1972), el primer queche de Amel. En ambos barcos ya se intuyen las tendencias de diseño y concepción que han forjado la reputación de Amel entre cruceristas de altura de todo el mundo.
A primeros de los setenta, cuando casi todos los astilleros franceses se preocupaban de abaratar los costes de su producción en serie y, al mismo tiempo, dotar a sus modelos de un máximo volumen habitable, en Amel presentaron un velero profusamente equipado para la navegación de altura y con una capacidad de acomodación para apenas 4/6 personas en plena ocupación. El Kirk priorizaba la facilidad de maniobra con tripulación reducida, la solidez del acastillaje, la capacidad de estiba o la comodidad de los tripulantes en largas singladuras, conceptos todos ellos bastante dejados de lado en esos tiempos entre los constructores de gran serie.
A partir del Kirk, de que se llegaron a construir 254 unidades entre 1971 y 1976, todos los siguientes Amel se mantuvieron fieles a este concepto de velero, que incluye la bañera central, un casco sólido de diseño y construcción tradicional y aparejos mayormente en queche, con un equipamiento estándar sin apenas opciones y que permite zarpar hacia una travesía oceánica con el barco recién salido de fábrica.
A la vista del éxito del Kirk, nuevos modelos se sucedieron en la producción de Amel hasta nuestros días. Entre ellos recordar el Sharki (11,95 m. 1979-1989), el Mango (16 m. 1979-1989) o el Santorin (14 m. 1989-1997) sin olvidar las casi 300 unidades construidas del Maramu (13,80 m.) entre 1978 y 1989, base del Super Maramu presentado en 1988. En general, los Amel son barcos que se parecen unos a otros y nunca dejan indiferente. Es un concepto de velero que ha enamora desde hace años a centenares de aficionados en busca de su barco ideal para largas singladuras a vela.
La política comercial de Amel ha sido siempre también singular. En vez de nombrar, como la mayoría de sus competidores, importadores o distribuidores nacionales y una red de náuticas para hacer llegar al público sus modelos, en Amel fueron durante muchos años partidarios de gestionar directamente sus ventas sin intermediarios. Quien quería ser propietario de un Amel debía vender primero su antigua embarcación y luego dirigirse a una de las tres bases que tenía este astillero (La Rochelle, Hyeres y Guadalupe) para probar sus barcos. Otra curiosidad en la política de Amel es que su catálogo siempre ha tenido uno o dos tres modelos en producción en cada momento (tres ocasionalmente).

Un modelo de referencia
En 1989, el Maramu de 13,80 m. fue sustituido por el Santorín (14 m, 1989-1997) y nació un nuevo modelo; el Super Maramu de 16 m. El recién llegado se convertía en el barco almirante de Amel y mantenía las líneas maestras de la casa en el diseño y distribución, añadiendo volumen a las estancias. La distribución del Super Maramu propone la cocina en “U” a los pies de la escala, el salón con sus bancos en “C” convertibles en litera doble y dos grandes camarotes/suite en los extremos del barco, ambos con literas individuales, siempre más cómodas en navegación que las literas dobles. El Super Maramu ofrecía también una cabina doble con literas superpuestas en el pasillo de popa.
Una norma en los Amel es que, desde el diseño y construcción del casco, hasta el último accesorio de la decoración interior, todo ha sido pensado -sin compromiso de coste- para durar muchos años ofreciendo la máxima comodidad y seguridad a los tripulantes. Baste poner como ejemplo que la mecha y el timón son tan sólidos que permiten que el barco repose sobre ellos en una varada. Sin necesidad de puntales.
El casco del Super Maramu es relativamente moderno en sus formas, si bien con unos amplios lanzamientos en proa y popa para favorecer la comodidad de navegación, a costa de mermar un poco las prestaciones. El timón lleva un sólido skeg en todo su calado y la quilla –trapezoidal con un pequeño bulbo- destaca por albergar la singular transmisión del motor, con la salida del eje horizontal a media altura de la orza. Un sistema ciertamente complicado desde el punto de vista técnico, pero perfecto para optimizar las prestaciones y la maniobrabilidad a motor.
El Super Maramu era el mayor velero que Amel proponían en su momento a sus clientes, mayormente tripulaciones reducidas y de cierta edad, para navegar alrededor del mundo. El barco ofrecía una eslora suficiente para navegar con comodidad y seguridad, pero sin entrar en los problemas de maniobra propios de embarcaciones de mayor tamaño.
Razón no debía faltar a estos argumentos, pues el astillero construyó casi 500 unidades del Super Maramu, unas 300 de ellas hasta 1998 con el modelo original, y 200 unidades más hasta 2006 con el Super Maramu 2000, permitiendo que Amel se posicionara como el quinto astillero francés en cifra de negocios, dando empleo a más de cien profesionales en sus instalaciones cercanas a La Rochelle.

Cuestión de detalle
Algunos detalles de calidad del Super Maramu (la mayoría incluidos en el equipo de serie) son evidentes a simple vista, como los pasamanos macizos perimetrales en acero inoxidable, el compartimento estanco de proa, el manejo de las velas con enrollador eléctrico o el sistema de tangones articulables patentado por la casa. También hay destellos más sutiles, como la puerta de la cabina escamoteable, los camarotes y cofres convertibles en compartimentos estancos, el singular medidor de nivel del agua dulce mediante una varilla flotante, la voluntaria reducción en el numero de pasacascos para una mayor seguridad, los mástiles lacados y fabricados a medida para el astillero, la ergonomía de la distribución o la facilidad de acceso a todas las partes esenciales del barco.
Este derroche de equipamientos y de pequeños detalles, complementa una construcción del casco donde solo hay lugar para las soluciones sólidamente probadas. Los laminados en el molde son manuales, los mamparos se unen al casco con fibra de vidrio y sin apenas recurrir a contramoldes y los refuerzos son omnipresentes en toda la eslora de cada embarcación.
En toda lógica, estos métodos de construcción y acabado tienen su reflejo en la factura final, convirtiendo a los Amel en unos barcos notablemente más caros que su competencia a igualdad de eslora. Este sobreprecio no es un plus a pagar por el prestigio de la marca, sino un coste añadido si se valora la calidad de construcción y el equipamiento de serie del barco, que se entrega hasta con las defensas, los extintores reglamentarios o la guindola para subir eventualmente al palo.
Todo y siendo caro, sería impropio decir que el Super Maramu es un barco de lujo. El barco no lleva ni cubierta de teca, pues los Amel utilizan un símil sintético por cuestiones de facilidad de mantenimiento y resistencia a los UV.
El Super Maramu tampoco presume de una carpintería con grandes lujos. En vez de filigranas de ebanistería, la carpintería interior está realizada con maderas de calidad protegida con hasta diez capas de barniz bellamente satinado. Habiendo podido visitar algunos Amel con décadas de navegación intensiva, puedo afirmar que sus barnices son eternos, lo que no excluye que la ebanistería sea relativamente simple, pero con unos acabados sólidos y funcionales y sin apenas molduras decorativas.
Este concepto, tan propio de los Amel, de anteponer la calidad y la funcionalidad a la estética, las modas o el lujo es uno de sus principales distintivos de marca. Como decíamos al principio, los Amel son barcos singulares. Más que un velero, un Amel es un estilo de navegación.
Las fotos de interior que vemos en este artículo son de un Super Maramu con diez años por su popa y a la vualta de una vuelta al mundo. La unidad se estaba preparando para una segunda circunnavegación. A pesar de cierto desorden en los interiores, el barco tiene el aspecto de apenas haber salido a navegar en excursiones de fin de semana.

(por: Enric Rosello, actualizado febrero de 2016)

Características:
Modelo: Super Maramu
Constructor: Amel
Diseñador: D. Carteau
Año de presentación: 1988
Unidades construidas hasta 2005: 492 (Super Maramu + SM 2000)
Eslora total: 16 m.
Eslora de flotación: 12,60 m.
Manga: 4,60 m.
Calado: 2,05 m.
Desplazamiento: 14 T.
Motor: 78 CV.
Velocidad crucero: 7/8 nudos
Capacidad gasoil: 600 l.
Capacidad agua dulce: 1.000 l.
Mayor: 35 m2
Mesana: 19 m2
Foque: 65 m2
Foque de mesana: 31 m2
Espinaquer: 68 m2
Cabinas dobles: 2
Literas: 6/7 (incluidos bancos del salón)
Documentación técnica: BRICOMAR