Carter 42

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Objeto de pasión

Exponente de unos tiempos que no volverán, el Carter 42 es un barco de marcado carácter. Fue diseñado a finales de los setenta y sus prestaciones en ceñida con viento sostenido aun son envidiables.

Repasando listados de precios en nuestro archivo, resulta que el PVP base del Carter 42 en 1981 era de unos 12 millones de pesetas (72 mil euros). Por ese importe, uno podía comprarse entonces hasta tres pisos céntricos en cualquier ciudad española. Treinta años después, el precio base de un velero nuevo de 42 pies ronda los 120 mil euros y con esta cifra uno apenas llega a comprarse un apartamento en el extrarradio. ¡Cómo han bajado proporcionalmente de precio los barcos -o cómo ha subido la vivienda-!.
Esta reflexión sobre el devenir de los precios también viene a cuento porque, por alguna extraña razón, la valoración de un barco en el mercado de ocasión tiende a estabilizarse alrededor de su precio original. Los 72 mil euros que el Carter 42 costaba en su momento es la valoración tope de las unidades mejor cuidadas que actualmente hay a la venta.
El nacimiento del Carter 42 hay que buscarlo en la competición IOR, donde este diseño del legendario Dick Carter se enmarcaba en la categoría Two Tonner. La primera unidad incluso participó con éxito como prototipo en la Admiral´s Cup de 1977, formando parte del equipo de Hong Kong.
Un año después, el Carter 42 empezaba su construcción en serie en los alicantinos Astilleros Maryola (Campello). Durante varios años, distintas unidades de este modelo compitieron con éxito en las regatas nacionales, pero a finales de los ochenta, la mayoría de ellas se habían reconvertido al crucero o al charter/escuela.

Superviviente del IOR
Para bien o para mal, el Carter 42 es un legítimo Regata/Crucero IOR. El importante lanzamiento de proa, el casco de marcada forma en “V”, la popa estrecha y respingona, la ancha y avanzada manga o la quilla trapezoidal son destellos inequívocos de la época en que fue diseñado y construido.
También podemos hablar de su estilizado aparejo a tope de palo implantado sobre la quilla y con dos pisos de crucetas transversales. La importante J (triángulo de proa) obligaba hace años a embarcar muchos brazos para manejar los génovas. El problema no era tanto cazar las escotas, sino trasladar los sacos de velas de un lado al otro. Afortunadamente, pronto llegaron los enrolladores para echar una mano.
Por contra, y pensando en una reconversión del Carter 42 al crucero puro, la pequeña E (botavara) hace que la mayor resulte manejable por una sola persona con apenas ayuda de un lazy jack.
La herencia regatera del Carter 42 se nota en su construcción en sandwich, en la quilla de plomo o en la cubierta flush-deck. En el agua, el Carter 42 es un ceñidor incansable. Pocos barcos actuales de su eslora le harán sombra remontando el viento, sobre todo si el anemómetro se anima. En las popas es otra cosa y la marcada “V” en toda la eslora del casco no es lo mejor para planear sobre las olas, sin olvidar la tendencia al bamboleo lateral con vientos de popa que tiene tanto el Carter 42 como la mayoría de supervivientes del IOR de esa quinta.
Los parámetros del Carter 42 aun imponen respeto. Un desplazamiento de 8.200 kilos, casi la mitad de ellos en la quilla de 2,20 m. de calado, combinados con una superficie vélica de 80 m2 en ceñida, aseguran buenas prestaciones con todos los vientos, añadiendo una dureza a la escora que será la envidia de cualquier barco moderno de esta eslora.

Un velero con carácter
La vertiente más acogedora del Carter 42 se aprecia en su interior y especialmente en las unidades que optaron por el Pack Crucero, donde la decoración estaba más elaborada que en la versión Ragata. En ambos casos, la distribución incluía dos camarotes, otras tantas cabinas de baño completas y una cocina correctamente acabada. También hay detalles de acabado que cada armador introdujo en su unidad.
El Carter 42 en un barco que se fabricaba a la unidad, prácticamente como un one-off. Todos los mamparos y las estructuras generales del mobiliario están cuidadosamente laminados al casco, que tiene unos grososres de fibra considerables. Salvo problemas accidentales o de un mantenimiento realmente muy descudado, es un barco sólido a toda prueba.
Como denominador común, decir que los interiores tienen un planteamiento tirando a clásico. Ocupando toda la popa está la suite principal, con litera doble en la banda de estribor y un pasillo que comunica el camarote con un baño privativo en el lado de babor. Ni la litera, ni el camarote, ni el baño quedaron especialmente holgados, pero sigue siendo una estancia agradable.
La cocina, a babor de la escala, tiene forma de pequeña “U” y es menor de lo que hoy se espera en un 42 pies, pero resulta funcional en su disposición. Los fogones de la unidad fotografiada carecen de horno, un elemento que formaba parte de la cocina original del Carter 42
A estribor de la entrada, la amplia mesa de cartas es otra reminiscencia de cuando la electrónica náutica iba poco más allá del VHF y el radiogonio, y los barcos de más de 40 pies se consideraban oceánicos y necesitaban desplegar las cartas de papel para el control de sus singladuras. Los nostálgicos se sentirán como en casa a bordo del Carter 42 y, en todo caso, la cómoda mesa de cartas de este barco sigue siendo magnífica para instalar el ordenador.
Inmediatamente más a proa, el salón tiene su mesa central y dos literas individuales por banda, otra herencia de unos tiempos en los que los barcos tenían muchas literas individuales, las más cómodas en las guardias nocturnas. En muchas unidades, estas literas se han reconvertido a taquillas de estiba, un tema en el que el Carter 42 no iba sobrado.
Más a proa encontramos una segunda cabina de baño completa en el lateral y un segundo camarote doble en el extremo de proa. Frente al baño hay unos grandes armarios para ropa y trajes de aguas.

Cubierta de racer
Corta de bancos, cerrada, con los winches pegados a las brazolas y el carro de escota de mayor barrando el paso a la zona del timonel, la bañera del Carter 42 es la antítesis de lo que entendemos hoy por la bañera ideal de un velero de 42 pies.
Es cierto que, en puerto o en fondeo, la bañera del Carter no es precisamente convival. Las modernas bañeras abiertas de doble timonería ganan esta partida por goleada. Pero contra lo que parece, la distribución de bancos y maniobra del Carter 42 se hace especialmente cómoda y segura en navegación. Toda la maniobra queda a mano, incluida la maniobra de mayor y los bancos permiten el apoyo de las piernas con la escora.
A proa de la bañera, el diseño flush-deck de la cubierta resta un poco de altura de techo en el interior (1,80 m. en todo caso), pero pensando en el crucero, este tipo de cubierta es una bendición. No hay apenas obstrucciones ni escalones que incomoden la circulación y por toda la cubierta hay espacios planos que pueden aprovecharse para el tranquilo solario veraniego.
El Carter 42 llevaba (normalmente lo seguirá llevando) un mástil a tope de palo con dos pisos de crucetas transversales. Algunas unidades montaban burdas para limitar el cimbreo del mástil, pero la solidez del perfil permite obviar esta opción en utilización de crucero.
También hay unidades con las drizas principales con su winche en el palo y otras que, de origen o posteriormente, las reenviaron a la bañera.
Fuera cual fuera la maniobra instalada en su día, hoy estará completamente anticuada. Interesarse por un Carter 42 de ocasión suele pasar por una actualización importante de su maniobra. Desde las drizas a los mordedores, pasando por winches y escotas. Todos los elementos han de repasarse a conciencia y muchos de ellos serán candidatos a la jubilación.
Este barco fue diseñado para ser llevado en regata por una docena de jóvenes tripulantes. Su actual programa de navegación será posiblemente el crucero familiar de un nostálgico miembro -hoy ya maduro- de esta antigua generación de tripulantes, lo que requiere una completa adaptación de su maniobra. Organizando el tema con sensatez, este barco aun puede dar muchas satisfacciones a su armador.

Cuando la carpintería era de madera
Los materiales y acabados de la carpintería original del Carter 42 son dignos, pero sencillos. Eran los acabados de un barco de regata y no de un crucero familiar de cierto lujo. Para acabar de definirlos, se ha de añadir que han quedado anticuados.
En su momento, estos acabados de racer incluían pocas molduras decorativas, ninguna floritura de ebanistería y tanto la cocina como los baños están preformados alrededor de un contramolde de fibra de vidrio. Todo y así, el ambiente que se respira en el interior es confortable, con esa elegancia que sólo saben transmitir los trabajos hechos con cierto toque artesanal.
Todo y así, transcurridos los más de treinta años de media que tendrá cualquier Carter 42, todos estos comentarios son superfluos. El lustre interior de cualquier Carter 42 actualmente a la venta no lo dará su carpintería original, sino el cuidado que haya recibido cada unidad a lo largo del tiempo, que en algunas unidades incluirá un completo refit de los interiores y en otras una sostenida dejadez. Y esta observación puede ampliarse a las instalaciones de agua o electricidad, así como a la maniobra o cualquier otra parte del barco que eventualmente haya necesitado de una puesta al día (que son todos).
Es importante tener en mente esta salvedad. En interiores como los del Carter 42, con tantas molduras y superficies chapadas con madera “de verdad”, rehacer los barnices, por ejemplo, es un trabajo relativamente barato en lo que respecta a los materiales a emplear, pero titánico por la cantidad de horas que supone. Quienes no estén dispuestos a realizar mantenimientos de esta índole por su propia cuenta deberán prever un presupuesto suficiente para encargarlos a terceros.

Precios y oportunidades
En España debe haber una veintena larga de Carter 42 y no es raro encontrar alguna de ellas a la venta. Es un barco con carácter, que entra por los ojos y que correctamente actualizado dará satisfacción a los amantes de la estricta navegación a vela y de la tradición náutica. Pero antes de decidir una compra, se han de valorar muy bien las inversiones a realizar en su puesta al día.
En estas esloras y en estas antigüedades de barco no valen las chapuzas y los auto-engaños. Cualquier intervención sube dinero. No hay que dejarse tentar por un precio a la baja que puede esconder una costosa rehabilitación.
El Carter 42 es un barco anticuado. Más vale asumirlo antes de empezar a hacer comparaciones con barcos de 42 pies de este siglo. El tambucho de entrada sobre la cabina es el más seguro en caso de mal tiempo, pero es incómodo. La ventilación interior es bastante mejorable. Los camarotes y el salón son pequeños para lo que se estila actualmente en estas esloras y la maniobra requiere muchas manos (en caso de que no haya sido actualizada) para ser operativa.
Frente a estos defectos incontestables, el barco ofrece una elegante silueta cercana a lo Clásico y también ofrece unas sensaciones navegando a vela que muy pocos barcos de serie actuales tendrán nunca. Es un barco para apasionados.
Pero si las cualidades del Carter 42 atañen al corazón, tampoco se ha de perder la cabeza en la compra. Entrar en el selecto grupo de armadores de un velero Clásico puede dar muchas satisfacciones a quienes sepan donde se meten, pero también algunos disgustos a quien se equivoque de barco.

Principales características
Modelo: Carter 42
Constructor: Astilleros Maryola S.A (Campello, Alicante)
Diseñador: Dick Carter
Presentación: 1978
Eslora total: 12,80 m.
Eslora flotación: 9,60 m.
Manga máxima: 3,89 m.
Manga flotación: 3,38 m.
Calado: 2,20 m. std. (2,50 m. opc.)
Desplazamiento: 8.200,- kg.
Quilla (plomo): 4.082,- kg.
Sup. vélica 100%: 80,26 m2
Combustible: 150 l. (inox)
Agua dulce: 200 l.